Poemas inéditos de Julio del Pino

Julio del Pino Perales (Madrid, 1990), trabaja y estudia Filología Hispánica en Zaragoza. Autor del poemario Carne & asfalto (Sevilla, La isla de Siltolá, 2015) y estudioso de la obra poética de Fernando Ferreró, de quien acaba de realizar sus obras completas, en imprenta.

Oficio

Me convergen
circunstancias,
contratiempos
me salen al paso.

Me descubro
malabar fallido

de signos y verbos
que nada saben
de la inquietud.

Promesas

Nos vendieron
la piel del futuro
antes de cazarlo.

Otros tiempos gritan
su advertencia inútilmente,

ahogada por políticas
de olvido y distracción.

Autorretrato

El chico que siempre gustaba
a la madre y nunca a la hija

cuando, en verdad, quien
me gustaba era el hijo,
o el padre.

Invierno

Siempre guardo
el recuerdo de oírte
decir que mi olor

es como leña quemada
en las calles de un pueblo
en invierno.

¿Para qué tanto?

¿Para qué tantas marcas de leche,
tantas marcas de coches, de ropa,
de bragas, tabaco, yogures y arroz?
¿Para qué tantas marcas?
¿Para qué tantas?

¿Para qué tantos móviles, y tantas
pantallas y tablets, y tantos canales de televisión,
y tantas noticias?
¿Para qué tantas noticias?
¿Para qué tantas?

¿Y para qué tantos partidos, y tantos
discursos y programas y promesas y tantos
votos y tanta democracia?
¿Para qué tanta democracia?
¿Para qué tanta?

¿Para qué tanta geografía y tanto
mapa al pastel, y tanto cabo y tanta
cumbre y continente, y tanto golfo y avaricia
disfrazada de guerra?
¿Para qué tanta guerra?
¿Para qué tanta?

¿Y para qué tantos bares, y tantas
copas y tantas risas y tantos
planes fáciles y en tantas noches de fiesta?
¿Para qué tanta fiesta?
¿Para qué tanta?

¿Para qué tantos y tan abiertos coños jóvenes
y tantas pollas babeantes, y tantos
y tan furtivos y quijotescos polvos?
¿Para qué tantos polvos?
¿Para qué tantos?

¿Y para qué tanto día internacional, del niño,
del padre, la madre, el obrero, la abuela, el pico,
la pala, mis huevos, día internacional de la polla?
¿Para qué tantos días?
¿Para qué tantos?

¿Para qué tantos quejidos, y tantos berridos,
gruñidos, gemidos, bramidos, graznidos,
y tantos ladridos?
¿Para qué tantos ladridos?
¿Para qué tantos?

¿Para qué tanto cumplir años y parir tantos niños, y tantas
bodas, y divorcios, y separaciones de bienes?
¿Para qué tantas separaciones de bienes?
¿Para qué tantas?

¿Para qué tantos reclamos sociales, y tantas
solicitudes de amistad, y te llamo y no lo coges
y hace mucho que no te veo, y te veo y te cuento?
¿Para qué tanta urgencia?
¿Para qué tanta?

¿Y para qué tanta agonía, y tanto querer hacer y tanto
hay que hacer, y tanta exigencia, y a tanto no llego y
he fallado y qué frustrante?
¿Para qué tanta tarea?
¿Para qué tanta?

¿Para qué tanto prejuicio y tanto hombro sobre
el que mirar, y tanto saludo incómodo
y tanta hipocresía, y tanto y tanta gilipollas?
¿Para qué tantos gilipollas?
¿Y tantas gilipollas?
¿Y tantos gilipollas?
¿Para qué tantos?

¿Para qué tanto futuro y tanta nostalgia
de lo que no habrá de ser más nuestro?
¿Para qué tanta nostalgia?
¿Para qué tanta?

¿Para qué tanto de todo, si todos acabamos
acostados en el fin de la noche sobre una cama
de fríos principios, exprimiéndonos el alma el puño
de un vacío que aúlla como un ángel desesperadamente inmortal?

¿Para qué tanto, si los astros allí en lo alto, impasibles
a nuestra loca e insectoide algarabía, son burlados por el sol
en su oronda y narcisista y pasiva inercia elipsoidal?

¿Para qué, si pese a todo nos dormimos y soñando
distraídos con cualquier inútil surrealismo que en nada resuelve
el gran misterio que nos tiene cogidos por los huevos de la existencia?

Paja mental

Vicio solitario
que al último asalto
de la noche se vence,

allí donde las conciencias,
si llegan, reculan aterradas
sin alzar demasiado la voz.

Moncófar II

Le hice el amor
al mar. Se lo hice.

Me trajo, con
el viento de los siglos,

palabras que sólo
las olas podrían remontar.

Rubedo VI

Descubrir en tu saberme
contigo la escalante
certeza de quien soy.

Somos más nosotros
de lo que fuésemos
el uno y/o el otro.

Rubedo VIII

Ya no quiero sino
ser contigo

fuente de origen,
memoria en el tiempo
y pasto de olvido.

Verano

Se agosta la tierra
con sabor a sol
a medio punto.

Las anécdotas sestean
sus ingrávidas razones.

La edad desarticulando
la quimera vacacional.


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