• Título: El desapercibido
• Autor: Antonio Cabrera
• Editorial: Pepitas de Calabaza (2016)

Un placer la lectura de este libro de prosas del poeta Antonio Cabrera. Me ha sucedido con él (aunque no tenga nada que ver) lo que me sucede cuando leo a Plá, la percepción de algo que está perfectamente escrito sin usar ni el más mínimo alarde o pirotecnia. Todo está en su sitio, los adjetivos son los necesarios (como en Plá), la lectura fluye mansa como las aguas de un río en la llanura y nos lleva con dulzura. Son textos cortos e independientes que, por otra parte atrapan temas muy distintos y, las más de las veces, de objetos y situaciones comunes, modestas, cotidianas; el modo de moverse de un mirlo, el recuerdo de la Vespa que el autor tuvo en su juventud y en la que otros muslos se apretaron contra los suyos bajo la luz del Mediterráneo, una piedra, una anécdota intrascendente de un abuelo en el camino. Lo que convierte a un libro así en una grata lectura es entonces sobre todo la mirada sobre las cosas, su pausa y las reflexiones que provoca. Son las observaciones de alguien que sabe mirar y que se da el tiempo suficiente para hacerlo y saborear las líneas de pensamiento que brotan de esa mirada como la neblina de un lago. Es por tanto sobre todo un libro de pensamiento lo que paradójicamente parece que hoy día puede asustar. Aclararé entonces que es un pensamiento ajeno a cualquier elaboración teoricista, sino apuntes, sugerencias, preguntas, extrañamientos, que ahí se dejan para el diálogo con el lector. Es un pensamiento que obtiene su interés y brillo entre otras cosas de la posición del autor, de la elección del lugar desde el que desenvuelve esa mirada atenta. Y es así no porque haya encontrado un aleph sino precisamente por lo contrario porque ha encontrado que el lugar es todos los lugares, cualquier lugar, pues la realidad se encuentra siempre al alcance de la mirada y desde cualquier parte nos sorprende, nos interpela y nos pone en contacto a través de sus minucias con la red infinita de la vida. La vida es ni más ni menos la aventura que se va desarrollando en las etapas de estos textos. Comencé a leer el libro con cierta prisa y enseguida me di cuenta que así no podía ser leído. Empecé de nuevo y lo fui leyendo en pequeñas dosis, ha ido conmigo en la mochila durante varias semanas. Ha sido un placer literario y un paso en mi educación de observador de lo que me rodea. Un libro para la mesita de noche o la mochila, un libro para ir visitando como se visita a un amigo.

León Molina