En este instante alguien lucha contra un tumor,
o maldice la suerte de otro día aciago,
o intenta llevarse algo de comida al estómago,
o mira al cielo y hace preguntas
pero solo caen estrellas,
o se dispone a soñar con un mañana distinto,
o desea con fuerza que el amor le queme
las manos, le incendie el corazón.
Justo en este segundo aprieta los dientes
y se aferra a la vida, o da gracias
por respirar otro día,
o sabe dónde están las respuestas y lanza
un grito descarnado o siente la pasión
agitar su pecho como un sonajero.
Una fracción de tiempo.
Alguien mira a las nubes y sabe de su presencia
por azar. Piensa en otra persona,
se muerde el labio hasta que la sangre
llega a la boca con su herrumbre, y jura
no rendirse, y entonces, alguien tiende la ropa
de noche en silencio, con la ciudad dormida
bajo las luces, o enciende un cigarro
en la ventana,
o hace una última llamada,
o se arranca el tumor y lo lanza contra el cielo.
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