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«La vida para principiantes. Un diccionario intemporal» de Slawomir Mrozek

  • Título: La vida para principiantes. Un diccionario intemporal
  • Autor: Slawomir Mrozek
  • Título original: Das Leben für Anfänger
  • Traductores: Joanna Albin, Francesc Miravitlles, Anna rubió, Jerzy Slawomirski y Bozena Zaboklicka
  • Editorial: Acantilado (2013) http://www.acantilado.es/catalogo/la-vida-para-principiantes-622.htm

La vida para MrozekEmpezando por el índice de contenidos en el que se relaciona cada relato breve, brevísimos algunos, con un concepto que se desarrollará en el mismo, este libro es lo que se suele decir “una curiosidad”. A medida que avanzamos por sus páginas vamos destapando las cualidades de esa sorpresa inicial. Pintoresco, lleno de humor y de situaciones cómicas, pero que deja un poso de reflexión e invita al lector a volver una y otra vez a los relatos que va dejando atrás. Esta doble dimensión es quizás lo que mejor define La vida para principiantes: el continuo ir y venir entre la superficie humorística y jocosa y unas profundidades que hablan de lo humano con una complejidad que asombra si uno solo se queda con la primera impresión de obra propicia para el chascarrillo. Como digo, cada pieza desarrolla uno de esos conceptos que el autor le asocia y lo hace desde la sencillez pero utilizando variados registros. Hay en esta obra costumbrismo, fábula con y sin moraleja y destellos de una visión poética capaz de atrapar la esencia de lo que narra. Pero lo que más abunda, sin duda, es la ajustada picaresca y la sátira de distintas intensidades, pero siempre demoledora.

Así pues, la cantidad de temas tratados, muchos y todos relacionados con las virtudes y miserias del hombre, se compensa con la estudiada ligereza del continente que los expone. La mayoría de los textos se digieren con facilidad y solo al terminarlos uno repara en que en esos pocos párrafos hay algo que quizás le sea de utilidad más allá de una amena distracción; algo que quizás le refleje, le saque los colores y las motivaciones más ocultas.

Las piezas de este rompecabezas sencillo están muy bien acompañadas por viñetas que firma el ilustrador Chaval y rematadas por un epílogo esclarecedor a cargo de Jan Sidney que nos pone en perspectiva la figura del autor y nos cuenta algo de su vida como «especialista de la emigración». Hay que destacar la labor del amplio equipo de traductores que consiguen dar a la obra una unidad asombrosa si se miran las diferentes manos que han trabajado para traerla a nuestro idioma.

Mrozek es, como se lo define en el epílogo, un «humorista serio». Este escritor polaco pasa por ser un importante dramaturgo de la segunda mitad del siglo XX, su nombre es sinónimo del teatro polaco moderno. Pero nos encontramos con uno de esos artistas polifacéticos que también fue periodista y dibujante. Todas las historias de Mrozek son mazazos que golpean duro y llegan al corazón, que desmontan las armaduras y mentiras con las que nos disfrazamos de personas autosuficientes. En toda su obra se hace patente el tratamiento de la alienación y el abuso del poder en los sistemas totalitarios y, como ya hemos apuntado aquí, los matices del comportamiento humano.

Destaca el equilibrio estilístico que el autor consigue entre un tono negativo usado para contar la podredumbre del mundo y el humor (muy negro en ocasiones, pero efectivo). Sortea el peligro de hacer quedar la obra como una queja vacua, y se empeña en sacarnos una sonrisa que nace en lo más profundo de nuestras circunvoluciones.

Desde las páginas de esta obra se puede atisbar la estupidez de la especie humana que pasea ufana y atildada por la calle principal del pueblo, exhibiéndose. Es fácil comulgar con el afán crítico y empatizar con la intención del autor, con su propuesta poco disimulada de desnudar a los fingidores.

Como el catálogo de despropósitos y tareas truncadas es amplio cada lector podrá elegir sus preferidos. Quiero destacar el relato El octavo día que trata sobre la facilidad que tenemos para hacer mal uso de nuestras habilidades y virtudes; o El guardián del jarrón chino, especie de fábula sobre el sentido de la vida y del trabajo. Pero seguro que cada lector seleccionará sus propios relatos predilectos, hay mucho donde elegir.

No aprecio ninguna tara imperdonable que impida acercarse a este libro. La extensión corta de los relatos además permite llevar el volumen en el bolso y picotearlo en cualquier descanso de lo cotidiano. Pero siento decirles que se termina, queramos o no, muy rápido. Nos deja con un buen sabor de boca y con ganas de más. Pero no se apuren, hay otros volúmenes de este autor que, además de su autobiografía (Baltasar), podemos encontrar en la misma editorial, Acantilado, que nos trae este libro que yo calificaría de lectura obligatoria para todo cínico que no haya perdido del todo la esperanza.

Víctor L. Briones Antón
Víctor L. Briones Antón


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