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«Mano invisible» de Adam Zagajewski

«Mano invisible» de Adam Zagajewski

  • Título: Mano invisible
  • Autor: Adam Zagajewski
  • Título original: Niewidzialna reka
  • Traductor: Xavier Farré
  • Editorial: Acantilado (2012) http://www.acantilado.es/catalogo/mano-invisible-572.htm

Mano invisible. ZagajewskiEste poemario no tiene desperdicio. Afirmación un tanto tópica pero que nace de una reacción inmediata y sincera. Porque Mano invisible está repleto de belleza pausada, de reflexión, de perdón y reconciliación, de melancolía; y todo aparece como en un alto o en un desliz intencionado del poeta en su devenir cotidiano. Tras cada experiencia estética y emocional que nos aguarda en estos versos podemos continuar nuestra rutina con la sonrisa reforzada, con la intuición de que algo valioso ha penetrado en nuestras mentes, algo que no pesa pero que nos hace mejores. A veces un autor es capaz de recorrer caminos con exceso de tránsito, aprovechar su familiaridad, y salir airoso en su intento de llevarnos a lo excepcional, a lo particular, a lo poético.

Estos poemas son una prueba escrita de que lo hermoso capaz de conmovernos puede estar agazapado en cualquier rincón, a la espera. Demuestra también que no es necesario forzar mucho el lenguaje para zarandear al lector, mejor la naturalidad; a veces es suficiente con mirar y elegir piezas sencillas, palabras al uso, siempre que se haya aprendido a hacerlo como lo hace Adam Zagajewski.

El poemario se divide en tres partes, pero no se aprecia un nexo temático claro que las diferencie; si recorre su globalidad un tono contemplativo que le aporta unidad. Son poemas a la expectativa, contenidos, que observan la realidad, la paladean, la sopesan y después la trasladan al lector. En este sentido hay muchos versos con carácter fotográfico pero muy bien entrelazados con componentes emotivos o estéticos.

El conjunto de la obra es equilibrado y con una calidad media elevada. Podríamos decir que ha sido concebida para alcanzar la calma. La pausa, la exposición comedida de referentes personales, la voz con tonalidades suaves del autor, voz que acaricia a pesar de que porta a veces los peores horrores, y la cercanía sincera —casi un pacto implícito con el lector—, son características destacadas de este libro.

La poesía que despliega Zagajewski se apoya sobre todo en las imágenes, en la descripción de paisajes casi siempre urbanos, de escenas vistas desde los ojos del poeta e impregnadas de recuerdos agridulces que se recuperan para evocar su belleza y no para que sean sal en heridas abiertas. Las composiciones tienen una marcada tendencia narrativa, hay poemas incluso que son pequeñas fábulas o cuentos.

Cuando en los años ochenta mi padre copiaba
para sus amigos mi poema «Ir a Lvov»
(me lo explicó pasado mucho, mucho tiempo,
un poco cohibido), no pensaba quizás en la estética,
en las metáforas, sílabas, en un sentido más profundo,
sólo en la ciudad que amó y perdió, en la ciudad
donde quedaron detenidas, como un rehén,
su juventud, su revelación, el encuentro con el mundo,
y seguramente golpeaba las teclas de su antigua y fiel
máquina de escribir con tanta fuerza que, si hubiéramos
conocido mejor las leyes de la conservación de la energía,
sobre esta base podríamos
reconstruir al menos una calle
de sus primer entusiasmo.

Pero Zagajewski sabe revestir ese carácter prosaico de efectivos recursos líricos hasta crear un estilo personal y reconocible, accesible pero profundo, un lugar en el que es fácil estar cómodo y sentirse arropado. Del recuerdo y de lo cotidiano nacen los poemas y solo a unos versos de distancia ya nos encontramos ahondando en nuestros sentimientos anquilosados, identificando la voz poética como una voz universal que habla de todos los que recuerdan y sufren pero quieren, ante todo, estar vivos ahora.

Resulta curiosa la abundancia de símiles como recurso para cerrar los versos. Lejos de cansar, este abuso intencionado acaba uniendo y compactando, danto entidad a todo el poemario; como si fuera una marca de autor, un cartel con el nombre de la ciudad de destino que vemos desde el coche y que nos hace pensar «ya he llegado, ya sé donde estoy».

En el aspecto temático lo que más abunda son las referencias a motivos familiares, la presencia del padre es la más destacada. También es frecuente la evocación de paisajes vividos y vívidos que han sido importantes para el autor: el río Garona es un ejemplo. Asimismo referencias a Lvov, donde nació, y a Cracovia, ciudad en la que estudió y omnipresente en su obra, se diseminan por todo el libro. En particular hay muchas alusiones a la calle Józefa, en el barrio judío de Cracovia, que sirve al poeta como catalizador para la memoria y para ordenar los recuerdos y espacios perdidos. La modernidad y la tecnología se cuelan pero no molestan; algún teléfono móvil por aquí, algún viaje en avión por allá, que no son más que ingredientes nuevos para las recetas tradicionales, novedades que se asoman y que se integran sin problemas en la obra.

Al leer Mano invisible apreciamos la humildad de Zagajewski como un toque de atención a la conciencia. Nos da espacio, nos invita a mirar lo que él mira y a descubrir nuestra propia versión de la belleza en lo que nos muestra; nos sumergimos confiados, casi jugando, en su mundo. A quién no le gusta que lo lleven de la mano hacia la placidez para, desde allí, avistar nuestro interior desprovisto de violencia, rabia o miedo. El autor es un acompañante discreto y su poemario un paseo reconfortante en el que nos detenemos con frecuencia para asociar recuerdos a los hitos de una senda que creíamos enterrada en la memoria.

Víctor L. Briones Antón
Víctor L. Briones Antón


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